Contemplar | 14:24hrs | Libre

Varias horas dentro de su morada, le hacían sentirse cansado. Cansado de no hacer anda, y sentirse un trapo.
De un brinco, se levantó de su cama, que rechinó como si fuese a romperse, para dirigirse hacia su comedor.
Corrió las cortinas, y unos rayos de sol entraron, iluminando gran parte del comedor y cegando por unos segundos a Tomethy, el cual hasta ese momento, había permanecido en la oscuridad.
Parecía ser pasado el mediodía, pero aún así, decidió comer más tarde. Tomó su chaqueta y se encaminó hacia fuera de su casa. No sabía donde iría, pero sabía que no quería estar más tiempo dentro de su casa, la cual, vacía, le hacía sentir miserable.

Tomethy no era de hacerse muchos amigos, puesto a que le costaba relacionarse. Aún así, quería muchos, docenas de amigos a los cuales invitar a pequeños festines y bailes. Amigos los cuales debatir de cosas que para la prole y la realeza no eran de importancia. Ya no le importaba si eran pobres o ricos. Solo quería rostros verdaderos, adornados o no, pero verdaderos.

Comenzó a caminar, de aquí a allá. Las calles estaban casi desoladas. Comenzó a sentir un poco de calor, y recordó el agua. Los Lagos.
Sus pasos se dirigieron hacia allí, con la esperanza de encontrar un árbol que diese la suficiente sombra como para sentarse bajo él y disfrutar del sonido del agua que cada tanto se movía un poco.
Llegó y buscó con su vista el dichoso árbol, encontrando uno, que parecía ser inmenso. Se sentó en una de sus raíces, las cuales sobresalían de la tierra y le llegaba un poco antes de la rodilla. Había unas cinco o seis de ellas.

Apoyó su cabeza contra el tronco y cerró los ojos.

Increible, Mr. Bellington le había dejado un rato libre a Bry en la casa, le habría tenido que pasar algo muy bueno, seguro. La chica llevaba unas semanas trabajando sin descanso, de día en la mansión y cuando caía la luz del Sol, en el cabaret, donde la conocían por "Pequeña Betty". Aunque no perdía la esperanza de poder salir algún día de esa situación, ya se había acostumbrado a ella, y se consolaba pensando que podía estar peor.
En ese momento se encontraba a orillas del lago, paseando y distrayéndose observando cómo era la vida de gente que, probablemente, era mucho más feliz que ella. Si, Bry tenía esa parte masoquista, pero no podía evitarlo. Escuchó un ladrido cercano y todo pasó muy rápido: Un perro que casi se abalanzaba sobre ella, un niño que, persiguiendo al perro, pasa justo al lado de Bry y la empuja hacia un lado, y ella cae a la tierra, golpeándose en el brazo al dar contra el suelo. Brigitte maldeció al niño desconocido, quizás se habría hecho daño en el brazo, y con una lesión no podría actuar. Rezó porque hubiera sido tan solo un susto, pero el dolor no cesaba, y comenzó a preocuparse. Se levantó con cuidado, y se sentó en una roca cercana, acariciándose el brazo dañado, el derecho, con la mano izquierda, intentando pensar en qué debía hacer,

Sintió una pequeña brisa y sonrió. Era mejor, era mucho mejor encontrarse allí. Su casa, parecía ser cada vez más chiquita y horrible.
Pronto comenzaría a trabajar, y eso le aliviaba. Salir un poco y poder hacer algo más, le agradaba.

Abrió un poco los ojos para contemplarlo todo. Un niño corriendo junto a un perro, una chica caminando y lejos, una pareja sentada bajo la sombra de un árbol, tranquilos.
Siguió con la vista al perro, y presenció la escena.
La chica aún sobaba su brazo, por lo tanto Tomethy se levantó y fue hacia ella, sentándose a su lado.
-¿Tu brazo se encuentra bien?- preguntó, mientras le miraba.

Cuando el chico se sentó a su lado, Brigitte casi se alejó inconscientemente, era un acto reflejo aprendido en todo el tiempo que llevaba en el cabaret. Pero cuando le preguntó por el estado de su brazo, se relajó un poco, aunque todavía se mostraba algo reacia. Movió un poco el brazo, parecía no ser tan grave como pensaba, y se alivió.
-Si, no...no ha sido nada -miraba al suelo, demasiado seria para la situación. No le gustaba relacionarse con la gente, había aprendido a ser muy desconfiada. En parte quería cambiar esa actitud, pero cuando conocía a alguien como su amo, se daba cuenta que era mejor ser así de fría. Por primera vez miró al chico a la cara, y se sorprendió con sus ojos. Eran extraños, algo más grandes y abiertos de lo normal, pero no por ello dejaban de ser hermosos. Si, le gustaban esos ojos. No sabía por qué, pero la cara del chico le resultaba interesante, aunque no le dio muchas vueltas. Advirtió que posiblemente estaba analizando descaradamente al muchacho, y volvió a mirar al suelo, intentando disimular el color rojizo que tomaron sus mejillas.
-¿Por qué pierde el tiempo preocupándose por una vulgar mujer como yo? -inquirió educadamente, levantando una ceja, observando el elegante atuendo del muchacho, advirtiendo que probablemente sería alguien de buena familia, un empresario, o un Lord quizás. No estaba acostumbrada a que se preocuparan por ella, y menos desinteresadamente, por lo que la actitud del tipo le resultaba extraña, demasiado...amable.

Observó el brazo de la chica, mientras ella hablaba. Realmente, la caída no habia sido muy fuerte, y probablemente solo haya sido el dolor del momento.
-Me alegra- comentó seguido a las palabras de ella, mientras se levantaba, tendiendole la mano, para que ella le imitase.

Sus ganas de socializar se habian multiplicado, aunque sus pocas palabras no ayudaban al hecho.
No era anormal, que se quedase sin palabras, o no quisiese hablar mucho. A veces, cuando lo hacía, sentía que aburría o desinteresaba a las personas. Sus discursos solían ser algo largos, al igual que sus expliaciones cuando creía tener la confianza del otro.
Formuló varias conversaciones en su cabeza, pero no quizo presentar ninguna, ya que la chica, había hablado.
Ningún musculo de su cara se movío, hasta que contestó.
-¿Por qué no?- dijo, con un tono de voz del cual, no se sabía si lo decía con felicidad, con tristeza o con algun otro tipo de sentimiento. Dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, como de modestia y miró al cielo.
-Es un hermoso día, ¿Quisieras acompañarme a caminar?- preguntó, ahora, con un poco más de emoción. Esperaba que le contestara de forma positiva, de lo contrario, no sabría como retirarse.

La sonrisa que esbozó el chico hizo que Bry lo imitara. Era asombroso que se interesaran por ella, una chica mediocre que no provocaba interés alguno en nadie de la alta sociedad. Su señor siempre influía sobre su actitud y su estado de ánimo, diciéndole que para lo único que servía era para limpiar y para bailar. Y ella había acabado creyéndoselo. Ahora un chico aparecido de la nada se preocupaba por un mero golpecillo suyo en el brazo, y la invitaba a caminar junto a él. Empezaba a inquietarle, pero también se sentía más interesada en conocer algo del muchacho. Le dio la mano al joven, la suya era suave y aterciopelada, y muy agradable de acariciar. Se incorporó, separándose de la roca, y se recolocó un poco el vestido. Miró al chico, todavía sonriendo. Brigitte no era lo que se decía una mujer de fácil conversación, pero en esa ocasión, las palabras fluían solas.
-Bueno, no sé si es lo más correcto caminar con...-comenzó a decir, coqueta y algo tímida, pero sin perder la sonrisa en ningún momento-alguien de quién desconozco el nombre.

Miró a la lejanía, a través del lago. Le gustaba ese paisaje, tranquilo, a la vez que muy típico de Londres. Recordó aquellos momentos de cuando era una niña, en los que se escapaba de la mansión y venía al parque, y se quedaba observando a la gente disfrutar de los días allí, sin duda mucho más felices que ella. Soñaba con tener una vida, una familia como esas que veía, pero siempre se quedó en eso, un sueño. Ojalá algún día eso cambiara...

Se inclinó un poco hacoa atrás, para ayudar a la chica a levantarse, y esbozó una pequeña sonrisa, esta vez algo avergonzada. Sus mejillas se habian coloreado con un rosado pálido. Pestañeó un par de veces y tomó aire.
-Siento mi descortesía. Soy Tomethy- dijo, para añadir-¿Tú?-
Soltó la mano de la jóven despacio, mientras miraba sus pies.
Ella no parecía ser alguien de clase alta, lo cual le sacó un peso de encima. De todas maneras, ninguna persona de clase alta, andaría dejando que un desconocido tomase su mano y le invitase a caminar y gastar la tarde de alguna forma.
Volvió la mirada hacia la jóven, esperando su respuesta.